El libro y la lectura para mí son de un largo tiempo hasta esta parte una gran compañía, un refugio, un escape a la realidad y otras vecesuna conexión con ella. Con la realidad.

Te escucha sin interrogar, sin juzgar, es catárquico, muchas veces te identificas con él y otras tantas conoces vidas distintas a la tuya, universos enteros distintos al tuyo.

No intenta aconsejarte, solo te entrega. Entrega silencios, de los mas necesarios y escasos, de esos que ya no existen y que yo busco siempre desesperadamente.

Me permite pensar, y no pensar dependiendo del momento en el que estés y que necesites, vivir emociones comunes y corrientes de las más simples, pasajeras o permanentes incluso de esas que no sabías que tenías o que existían, de esas emociones que no te permites a diario tampoco.

Un libro puede ser un faro de luz para el que no encuentra su camino o todo lo contrario un mundo entero para eso. Para perderte.

Quien afirme que no le gusta leer miente, simplemente nunca se ha dedicado ha encontrar ese libro adecuado, ese que fue escrito para ti, el que te cambia la vida, porque si: un libro puede cambiarte la vida.

Un libro puede hacerte cambiar de opinión o reforzar las más recónditas verdades internas, esas que pensabas que nadie mas compartía, esas que pensabas que solo tú tenías. Puede hacer que tu cerebro explote con solo una frase u oración. Puede justificar una vida entera de dudas y preguntas, de mirar con otros ojos una verdad y darle vuelta a tu perspectiva de una forma tan brutal que te revuelca. ¿El mío? ¿el libro que cambió mi vida? “El Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir, todo lo que yo ya pensaba en mi mente y sentía en mi corazón otra mujer ya lo había escrito mucho tiempo antes y me vino a decir a la puerta de mi habitación: “no estás equivocada”, “no estás sola”, “todo lo que quieres, crees, pienses y sientes es una real lucha y no estás mal”; “somos muchas más”.

He amado y amo cada palabra que fue escrita en ese libro concebido en 1949 para mí, una mujer que nació en 1988.